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Viejos y nuevos muros

Viejos y nuevos muros

Por Víctor Manuel Pérez Martínez / victor@vmperezm.com

El muro de Berlín ya no existe. Veinte años de su demolición han permitido una nueva visión de Alemania y de Europa. Fue un signo de opresión, de intolerancia y reminiscencia de la guerra fría. El 9 de noviembre de 1989 fue una fecha para la libertad muy importante. El odio y la guerra quedaban atrás para abrir un nuevo escenario de paz. La reunificación de Alemania era posible, una vez se dejaran atrás los años de odios que tanto daño causó a la sociedad alemana. Por eso, la destrucción del muro de Berlín fue un signo de libertad y de esperanza.

No obstante, siguen existiendo muros que esperan algún día su destrucción. Los gobiernos lo utilizan como alternativas para controlar sus fronteras; pero, en el siglo XXI, se espera que la diplomacia permita superar estos mecanismos de separación. Hay muros que siguen recordando la intolerancia como las “líneas de la paz” en Irlanda del Norte, que separaban a católicos y protestantes. Marruecos tiene su “muro de la vergüenza” para mantener distante al Frente Polisario. Arabia Saudita quiere un reino fortificado. Brasil mantener alejados de la “ciudad moderna”  a los pobladores y narcotraficantes de las favelas. Podemos incluir las vallas que limitan la frontera de la India y Pakistán o la de Kuwait e Irak. ¿Algún día podrá destruirse el muro entre Israel y Cisjordania? Pero, ¿qué decimos del muro entre México y los Estados Unidos para evitar el paso de la inmigración ilegal? Caso similar en España y sus vallas en las fronteras con Marruecos.

Los muros separan los países, mientras que las realidades de los pueblos siguen viviendo su cotidianidad en busca de esperanzas que le permitan mejorar su calidad de vida. Ahora bien, los muros físicos podrán destruirse; pero los otros muros, como las diferencias económicas, la pobreza o la falta de recursos básicos para la supervivencia son más complejos de destruir. ¿El bloqueo económico a Cuba no es un muro ilógico, ilegal e incoherente con el espíritu actual de la sociedad mundial? ¿Y los nuevos muros económicos? Algunos gobiernos consideran que las barreras ayudan a solucionar los problemas y suele ocurrir casi siempre que los empeoran. Las relaciones con los países fronterizos no tienen porque ser conflictivos, siempre y cuando exista voluntad política de buscar soluciones. No es un problema que quieran los ciudadanos en general; es un tema de quienes quieren ejercer su poder.

En estas semanas hemos vivido el cierre de las fronteras entre Colombia y Venezuela. Las relaciones diplomáticas no están en su mejor nivel. Hugo Chávez apuesta por la movilización de soldados; Alvaro Uribe por mantenerse alejado de la provocación y no construir un “muro de Berlín”. El planteamiento central es ¿están dispuestos a ceder en sus posturas en beneficio del pueblo colombiano y venezolano? Por lo pronto esperamos que el muro verbal no se transforme en hormigón.

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