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Plaza Pública

ETA y Venezuela

Por Víctor Manuel Pérez Martínez victor@vmperezm.com

El tema del terrorismo es complejo, peligroso y políticamente preocupante si no existe la voluntad de asumir que la violencia no es la vía para lograr los objetivos en una democracia. Es una actividad que genera muerte, miedo y resentimientos. La sociedad venezolana no tiene la experiencia de convivir con movimientos terroristas. Incluso, los políticos venezolanos tienen poca experiencia en el manejo de estos temas y la imprudencia no es una buena consejera.

La defensa de ideales políticos a través de la fuerza no es coherente con la libertad, la paz y la igualdad. Ignoramos las repercusiones que el terrorismo tiene en la vida de los ciudadanos, en las relaciones con otros países y en la democracia como sistema político. Los venezolanos hemos trabajado, y seguimos en el mismo camino, por una democracia donde prevalezca el entendimiento; sería ilógico otro sistema. A pesar de las dificultades, en gran parte por la actuación negativa de algunos gobernantes (nacionales y regionales), la democracia es el sistema que nos permite mayor libertad y seguridad. Es evidente, que la corrupción, la incompetencia, el abuso de poder, el control político, la falta de pluralismo están afectando nuestra convivencia política. Por lo pronto, el voto es una herramienta formal que permite hacer cambios en el rumbo político.

Las relaciones entre los gobiernos de Venezuela y España se han mantenido cordiales; en la medida que los intereses económicos de ambos países sean el punto de encuentro de las negociaciones. Ahora bien, en los temas donde la banda terrorista española ETA aparece, hay una actitud muy clara en el Estado español: el rechazo de todas las fuerzas políticas. En pocos asuntos los partidos españoles logran acuerdos unísonos; pero, en la lucha terrorista no hay ningún atisbo de duda. En este proceso, todas las instituciones tienen el objetivo muy bien definido.

En los países donde la separación de los poderes está claramente definida, a pesar de sus dificultades, el respeto a las instituciones democráticas no se cuestiona. Es lógico pensar que en la estructura del gobierno bolivariano este tipo de principio democrático sea inconcebible. En los poderes públicos venezolanos no se cuestiona ninguna decisión del presidente. Es un aspecto sobre el cual reflexionar en un sistema que se considera democrático y defensor del socialismo. Los grupos terroristas no son buenos aliados para construir una democracia. Los poderes políticos y las fuerzas de seguridad del Estado venezolano, deben velar para evitar cualquier infiltración de integrantes de grupos terroristas en la vida política venezolana. En estos casos, la justicia es quien debe decidir.

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